lunes, 29 de junio de 2009

Alguien quiere pagar tu deuda


En una ocasión yo soñé que me encontraba en un gran salón lleno de archivos y de carpetas. Era como una gran biblioteca llena de archivos con título y números. Estos archivos iban del piso al techo. Tenían títulos diferentes.
Abrí uno de esos archivos y comencé a contemplar las tarjetas y los cerré escandalizado, ya que reconocí los nombres que contenían. Me di cuenta que en el sueño me encontraba en el salón que contenía los catálogos de mi vida. Allí se escribieron las acciones mías de cada momento. Acciones grandes y pequeñas, con lujo de detalles. Sin embargo, a pesar de la conmoción interna volví a los archivos por la curiosidad que me inundaba.
Algunos trajeron memorias dulces y de regocijo, otros un sentido de vergüenza y lamentación tan intenso, que miré a todos lados para saber si alguien me vigilaba.
Un archivo tenía como título: Los amigos que he traicionado. Otro, Revistas que he leído. Otro, Consuelo que he negado. Personas que he maltratado. Las cosas que he gritado a mis hermanos y amigos. Cosas que hago cuando nadie me ve. Las cosas que he hecho cuando estoy enfadado. Otro, Cosas que he murmurado y criticado. Personas que no he ayudado.
Encontré tarjetas que esperé encontrar y otras que ya había olvidado. Fui abrumado por el volumen de la vida. Cada tarjeta confirmó la verdad de mi vida. Y cada tarjeta estaba escrito con mi propia letra y firmada con mi propia firma...Cerré avergonzado el archivo. Y de lejos miré otro titulo: Malos Pensamientos que he tenido.
Sentí un escalofrío que corrió por todo mi cuerpo. Temblé al pensar en el contenido detallado y me sentí enfermo de solo pensar los momentos que se habían registrado.
Una saña animal rompió dentro de mí y dije: Nadie debe ver estas tarjetas, las tengo que destruir. Comencé a sollozar y caí de rodillas gritando. Y cuando levanté mi mirada al sentir la presencia de alguien, lo vi a Él. A Jesús. El abrió los archivos y comenzó a leerlos.
¿Por qué tuvo que leer cada archivo? Me preguntaba. El me miró con ojos de compasión. Una compasión que no me indignó. Baje mi cabeza, cubrí mi cara con las manos y comencé a llorar nuevamente. Se acercó a mí, puso su brazo sobre mis hombros y no me dijo nada.
El simplemente lloró conmigo. Regresó luego a los archivos y comenzó a firmar uno por uno. No debes nada, todo está cancelado. Con sangré escribió su nombre sobre el mío. Me miró y sonrió. Se acercó nuevamente a mí, y poniendo su brazo en mi hombro me dijo: Se acabó todo, las actas han sido anuladas...Descansa y comienza de nuevo.

Dr. Serafín Contreras Galeano
www.serafincontreras.com

“(Jesús) anuló el documento de deuda que había contra nosotros y que nos obligaba, lo eliminó clavándolo en la cruz” Colosenses 2:14

Gracias Jesús, por anular el acta que era contra mí, por clavarla en la cruz y pagar todas mis deudas (pecados). Hoy tengo paz porque tú eres mi paz y nada ni nadie podrá avergonzarme jamás. Gracias Jesús !!

Abrile tu corazón a Jesús...
Saludos.
Diego Amado.

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