jueves, 23 de diciembre de 2010
No te enganches con su barba
Para muchos hoy en día, la Navidad es la llegada de Santa Claus (ó Papa Noel, ó San Nicolas) y regalos, cenas, petardos, fuegos artificiales, brindis, alcohol, y fiesta o boliches pasada la media noche.
¿Sabemos en realidad que es la Navidad?
El sistema hoy en día trata de desviar nuestra atención, entre el consumismo, la globalización y Hollywood corremos el riesgo de engancharnos con su barba y terminar celebrando la llegada del Gordo Barbudo con sus renos.
Y mas allá de que la historia del señor de barba blanca sea entretenida, y que siempre es lindo poder dar regalos, no quiero que nos terminemos enganchando de su barba y terminemos sentados arriba de su trineo olvidándonos de lo realmente importante.
La Navidad, en realidad, es celebrar el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios, que vino al mundo a dar su vida por nosotros, Él nos trajo el mejor regalo que nadie pueda recibir o comprar, el perdón de nuestros pecados, la reconciliación con Dios, la salvación, vida eterna y muchísimos otros regalos más.
Que bueno sería que junto con la familia o las personas con las que nos juntemos a pasar esta fiesta podamos recordar y celebrar el nacimiento de Jesús con gratitud por ese gran amor que tuvo que lo hizo humillarse y venir a darnos el mejor regalo que alguien pueda recibir.
¡Gracias Jesús por nacer! Sos mi salvador, el de mi familia y el de la humanidad.
Esto no significa que no les podamos dar regalos a los niños. Yo cuando era chico los regalos me los traía el Niño Dios, y no Papa Noel.
¡Celebremos su nacimiento! ¿Que pensás?
Lucas 2:11 “…Porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo (el Mesías) el Señor.”
Filipenses 2:6-11
La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Para Pensar – Diego Amado
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