Había una vez un hombre millonario y su hijo que tenían gran pasión por el arte.
Poseían en su colección pinturas de grandes artistas como Picasso, Renoir, Van Gogh. Rembrandt, etc. Disfrutaban sentarse y admirar estas obras.
Pero las circunstancias hicieron que el hijo fuera a la guerra y muriera en batalla mientras rescataba a otro soldado. Cuando el padre recibió la noticia sufrió mucho la muerte de su único hijo.
Tiempo más tarde, cerca de Navidad, alguien tocó a su puerta. Un joven con un gran paquete en sus manos le dijo al padre: - Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la vida. Yo me encontraba herido y él vino a salvarme cuando, de repente, una bala atravesó su pecho, muriendo. Él hablaba muy seguido de usted y de su amor por el arte y, extendiendo sus manos, le entregó el paquete que llevaba. Yo sé que esto no es mucho, no soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que usted recibiera esto.
El padre abrió el paquete. Era un retrato de su hijo, pintado por el joven soldado. El padre estaba tan conmovido al verlo que sus ojos se llenaron de lágrimas. Le agradeció al joven soldado y ofreció pagarle por el cuadro.
-! Oh, no Señor! yo nunca podría cobrarle, ¡con todo lo que su hijo hizo por mí! Acéptelo como un regalo.
El padre lo colgó sobre la pared principal. Cada vez que visitantes llegaban a su casa les mostraba el retrato de su hijo, antes que su famosa colección.
Al cabo de pocos años, el hombre murió y se anunció una subasta con todas las pinturas que poseía.
Muchas personas importantes acudieron con grandes expectativas. Allí, sobre la plataforma, estaba el retrato del hijo presidiendo la subasta.
El subastador golpeó su martillo para dar inicio. Empezaremos los remates con este retrato, éste es el hijo del dueño de la colección. ¿Cuánto ofrecen por este retrato?
Hubo un gran silencio. Entonces una voz, dijo: ¡Queremos ver las pinturas famosas! ¡Olvídese de esa! Sin embargo, el subastador insistió: ¿Quién ofrece por esta pintura? ¿$100? ¿$200?
Alguien gritó alterado: ¡No venimos por esa pintura! Venimos por los Van Gogh, los Rembrandts y los cuadros de Picasso. ¡Vamos a las ofertas de verdad!
Pero aún así el subastador continuó con su labor: "El Hijo", "El Hijo" ¿Quién se lleva "El Hijo"?
Finalmente, una voz se oyó desde el fondo de la sala: Yo doy diez dólares por la pintura. Era el viejo jardinero de la familia, que ofrecía lo único que podía ofrecer.
¡Tenemos $10! ¿Quién da $20? gritó el subastador. La multitud estaba inquieta. No querían la pintura del Hijo, querían las que representaban una valiosa inversión para sus propias colecciones. El subastador golpeó por fin el martillo: A la una, a las dos y. . . vendida por $10!
Ahora ya podemos empezar con la colección!, gritó uno. Pero el subastador soltó su martillo y dijo: Lo siento mucho, damas y caballeros, pero la subasta llegó a su final.
-Pero, ¿qué pasa con las otras pinturas? dijeron los interesados.
-Lo siento, cuando me llamaron para conducir esta subasta, estaba estipulado en el testamento del dueño y yo no tenía permitido revelar esto hasta este momento, que solamente la pintura de "EL HIJO" sería subastada. Aquel que la comprara, heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas. El hombre que compró "EL HIJO" se quedó con todo.
Muchas veces la gente busca solo la gran colección de bendiciones de Dios, pero a veces se olvida de lo mas importante: "El Hijo".
Si te quedas con "Hijo" (Jesús) te va ser agregada toda la colección completa de bendiciones.
Muchos buscan las bendiciones de Dios y no al Dios de las bendiciones. Muchos buscan las manos de Dios y no el rostro de Dios.
Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él les pide. Todo lo demás, él se los dará a su tiempo. Mateo 6:33 - BLS
Para Pensar...
Diego Amado.
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