El extranjero
Había una vez, hace mucho tiempo atrás, un hombre que decidió abandonar el reino en el que vivía, no le gustaba, había demasiada maldad, por lo cual tomo sus pocas pertenencias y se fue en busca de un reino mejor.
Este hombre al fin encontró a un reino para quedarse a vivir, pero él era nuevo en este reino, no conocía nada ni a nadie.
Entonces cuando llegó, encontró un pequeño espacio debajo de un puente, como el tamaño de una sola habitación y con algunos restos de madera que encontró por ahí armo un resguardo para poder vivir.
En este reino había mucha gente que vivía muy bien.
Este hombre no tenía dinero para comenzar, ni para comer, por lo cual decidió ubicarse en una plaza central del reino y le pedía a los que pasaban que les diera algo para comer.
Algunas personas que pasaban le decían que hablara con el Rey, y en la medida que podían le dejaban algo para comer, o algo de abrigo.
El extranjero (como lo llamaban los habitantes del Reino) pensaba: “Estas personas se burlan de mi y me dicen que le pida al Rey un trabajo, como podría recibirme el Rey a mi que son un extranjero, pobre, desconocido y darme un trabajo”
Otras personas llamativas que vestían túnicas oscuras con capuchas y nunca mostraban su rostro le decían que no se le ocurriera ir al Rey, porque era muy malo, que no perdiera su tiempo.
Así pasó el tiempo, pidiendo limosna, viviendo como mendigo, alimentándose con los restos, y la gente pasaba y le decía que fuera al rey, pero él no les creía lo que le decían.
Así pasó un tiempo, hasta que un invierno muy fuerte azotó el Reino, con temperaturas bajo cero, y el pobre extranjero falleció. Fue hallado muerto en su pequeña casa de madera. Lo sucedido corrió velozmente hasta llegar a oídos del Rey, el cual Preguntó: “¿Porque cuando este hombre llegó a mi Reino no vino y me pidió, un terreno, una casa y un trabajo para sustentarse? Yo se lo hubiera dado.” Y las personas que conocían al extranjero le dijeron al Rey: “Nosotros se lo dijimos, pero él no quiso creer.” Y el Rey se lamento mucho por este hombre.
Así lamentablemente, sucede con muchos que no buscan al Rey de Reyes, a Jesucristo, el único que puede darnos una solución para no morir espiritualmente. Y Jesús se lamenta mucho, ya que el nos dió libre albedrío para decidir buscarlo o no.
Y ojo!! dije a Jesucristo, no a una religión, ni denominación, ni edificio, ni a una persona.
1 comentario:
verdaderamente es necesario quitarse el orgullo y enmarcarse con humildad y buscar ayuda. Como dijiste Jesús es el único que nos puede ayudar a no morir espiritualmente... bendiciones
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