jueves, 27 de agosto de 2009

Lo he intentado muchas veces...


Estaba Jesús a orillas del lago de Genesaret, y la gente lo apretujaba para escuchar el mensaje de Dios.
Entonces vio dos barcas que los pescadores habían dejado en la playa mientras lavaban las redes.
Subió a una de las barcas, que pertenecía a Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó, y enseñaba a la gente desde la barca.
Cuando acabó de hablar, le dijo a Simón: Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echad allí las redes para pescar. —Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada —le contestó Simón—. Pero como tú me lo mandas, echaré las redes.
Así lo hicieron, y recogieron una cantidad tan grande de peces que las redes se les rompían.
Entonces llamaron por señas a los compañeros de la otra barca para que los ayudaran. Ellos se acercaron y llenaron tanto las dos barcas que comenzaron a hundirse.
Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo:—¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador! (Lucas 5:1-8 – La Biblia-DHH)

Muchas veces, como cuenta este relato, nos sentimos desanimados, estamos cansados de lucharla, agotados, a punto de abandonar nuestra meta, el objetivo, o el sueño que perseguimos.
Es ahí cuando alguien nos da una palabra de animo o de aliento (que viene de parte de Jesús) y nosotros contestamos con nuestra mente o con nuestra boca: “Ya lo hemos intentado durante bastante tiempo y no ha pasado nada”, “hemos trabajado duro y no hay resultados” como le respondió Pedro a Jesús, pero lo que sucede, es que lo hemos intentado solo con nuestras fuerzas y con nuestra sabiduría, y no con la ayuda y la sabiduría Divina. Dios quiere que dependamos de Él, que lo busquemos, lo necesitemos, y lo reconozcamos como Dios, como creador, dueño y soberano de todas las cosas.
El relato cuenta que los pescadores, entre ellos Simón Pedro, estaban en la orilla lavando las redes, esto se debe a que los pescadores cuando terminan su día y ya están por irse a su casa lavan las redes para dejarlas listas para el otro día, ellos no habían conseguido nada en toda la noche, y dice que habían trabajado duro, ellos conocían como hacerlo debido a que era su profesión, y muchas veces sentimos a pesar de haber trabajado duro que ya no vale la pena seguir intentando, que ya no queda otra que lavar las redes e irnos, que lo hemos intentado todo…
Pero fue en ese momento que vino Jesús y le pidió prestada la barca para enseñar desde ella, y luego de que enseñó le dijo que tiraran la red de nuevo en otra zona y sucedió el milagro.
Acá hay varios puntos o principios que quiero resaltar y que debemos imitar:
1) La actitud de Pedro de ser paciente…
El podría haberse negado, estaba fastidiado por no haber conseguido el resultado que quería, cansado por haber trabajado toda la noche y si no hubiera tenido paciencia se hubiera perdido el milagro
2) La predisposición para escuchar la enseñanza…
Pedro se quedó y escucho la enseñanza, muchas veces para que Dios pueda obrar primero tenemos que escuchar sus enseñanzas, mucha gente quiere milagros pero no quiere enseñanzas ni aparta tiempo para ir a escucharlas.
3) Fe…
Cuando Jesús le dijo que echaran de nuevo las redes, Pedro podría haberse negado por causa de la falta de FE. Podría haber dicho: “no tiene sentido ya le hemos intentado mucho tiempo” pero como tuvo FE lo intentó otra vez.
4) Obediencia…
Pedro obedeció a Jesús cuando le dijo que echara de nuevo las redes y en donde tenía que hacerlo.
Jesús dijo, “lleva la barca a aguas mas profundas y echa allí las redes” y Pedro respondió: “Porque vos me lo decís Jesús, voy a echar las redes”.
5) Reconoció a Jesús como hijo de Dios…
Los judíos debían arrodillarse solo ante Dios, por eso al arrodillarse lo reconocia como hijo de Dios.
6) Y reconoció sus pecados ante Jesús…
Pedro le dice a Jesús, “soy un pecador”, señal de arrepentimiento, que es lo que Dios busca y espera de nosotros, ya que todos somos pecadores y solo por medio de Jesús podemos obtener el perdón para reconciliarnos con Dios Padre.
Diego Amado.

viernes, 21 de agosto de 2009

Se venden milagros...


Una noche luego de un intenso día de trabajo, el control remoto me llevo a navegar hasta que un buen partido de fútbol me atrajo la atención, pero ya estaba terminando, quede con ganas de más y seguí buscando pero me detuve en un canal cristiano.
Quién hablaba estaba desesperadamente compungido, y yo, creyendo que era algo supremamente espiritual me quede deseando saber más. En unos minutos me enteré que su quebranto era para convencer a los televidentes de la urgencia de dar más dinero para “su causa” y mi sorpresa se desbordo cuando quién hablaba mencionó que Dios estaba dispuesto a hacer el milagro por su familia, o su hijo o su negocio pero que era indispensablemente necesario que aportara cierta cantidad de dinero, ya que de esa manera estaba dando un paso de fe y estableciendo un pacto con Dios, el cual se vería comprometido a hacer el milagro por amor a la fe de quien estaba poniendo el dinero.
Mi mente inquieta se trasladó de inmediato al pasaje Bíblico de Juan 2.
Este pasaje presenta una imagen increíble de Jesús limpiando el Templo.
Cuando se aproximaba la Pascua de los judíos, subió Jesús a Jerusalén. Y en el templo halló a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, e instalados en sus mesas a los que cambiaban dinero. Entonces, haciendo un látigo de cuerdas, echó a todos del templo, juntamente con sus ovejas y sus bueyes; regó por el suelo las monedas de los que cambiaban dinero y derribó sus mesas. A los que vendían las palomas les dijo: ¡Saquen esto de aquí! Cómo se atreven a convertir la casa de mi Padre en un mercado?
¿Se han imaginado por un momento esta escena?
El pasaje describe a Jesús como quien hizo un látigo de cuerdas, echó a todos del templo con sus ovejas y bueyes, volteó las mesas de los cambistas y regó las monedas en el piso, mientras levantando la voz decía con autoridad, saquen esto de aquí.
¿No estaban estas personas facilitando al pueblo que había venido a la fiesta de la Pascua Judía los recursos para que se adorara a Dios?
Los animales que se sacrificaban no debían tener defectos, y para la gente que viajaba hasta 3 días de camino traer los animales era un riesgo de que estos tuvieran un percance en el camino. Por eso era mejor comprarlos allí, libre de cualquier defecto.
Los cambistas, facilitaban las monedas correctas ya que las ofrendas debían de hacerse con monedas judías, y las monedas romanas o de otros pueblos no eran aceptadas. Eso forzaba la situación para justificar los cambistas en el templo. ¿Cuál era realmente el problema? ¿No estaba todo dirigido a la adoración a Dios?
El problema estaba en el corazón y en la motivación. El fin no justifica los medios. El problema estaba en los intereses que se cargaban al pueblo al hacer el cambio y en la ganancia que se obtenía de la venta de los animales, y en eso participaban los que vendían como los sacerdotes que lo permitían.
Altos intereses eran cobrados por el cambio de moneda y la comercialización de productos eran abiertamente manejados en el templo y con una silenciosa aprobación de los sacerdotes. En realidad como lo dijo Jesús, habían convertido el templo en cueva de ladrones. Esa palabra era realmente dura.
Jesús en ese momento se constituyó en Reformador del estilo religioso judío de ese momento.
Quizá alguien podría preguntar. ¿Entonces, no puedo acaso yo tener alguna ganancia sobre una producción hecha para bendecir el pueblo, tales como libros, Cd o Dvd?
No se enfoca en este pasaje en lo que usted ha puesto esfuerzo o dedicación y por supuesto inversión de dinero para la producción, sino en el interés exagerado y en la motivación errada.
Peor aún, lo que si va más allá de lo que pasó en el templo, es la comercialización de los milagros de Dios.
Jesús en su vida realizó milagros enormes y jamás lo vemos ni cobrando ni comercializando la realización de esos milagros. Cuando alguien ofrece el obrar milagroso de Dios sobre la necesidad de una persona en base a la cantidad de dinero que ese necesitado puede aportar está definitivamente cayendo en la perversión espiritual.
“Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín; por recompensa se lanzaron en el error de Balaám y perecieron en la insurrección de Coré”. (Judas 11.)
Comprometer a Dios para hacer milagros condicionado por la cantidad de dinero que se ofrece, es hacer a un lado la Misericordia, La Gracia y la Justicia de Dios y presentar una imagen distorsionada de Dios.
Un gran milagro sucedió en la piel del General Sirio Naáman cuando su piel leprosa se convirtió en la de un niño por el milagro que Dios realizó a través de Eliseo. Naáman quiso recompensar de buena manera al ministerio de Eliseo. El Pasaje dice así:
“15 Luego Naáman volvió al hombre de Dios, con toda su comitiva. Llegó y se detuvo delante de él, y dijo:He aquí, yo reconozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel! Ahora pues, acepta, por favor, un presente de parte de tu siervo.
16 Pero Eliseo dijo:Vive el Señor, a quien sirvo, que no aceptaré nada!
Naáman le insistió para que lo aceptase, pero él rehusó. (2 Reyes 5:15,16)

Acá encontramos un hombre de Dios que no sabía manejar expresiones de “Pacto”, “Siembra”, “Semilla” ni “Tierra fértil”. El solo sabía administrar Misericordia, Compasión, Ternura al necesitado y su lema parecía ser. “De gracia recibiste, dad de gracia”.
En el mismo pasaje encontramos al siervo de Eliseo Giezi, alcanzando al Naáman para pedir en nombre de Eliseo que le enviará dinero y ofrenda, usando el nombre de su amo, por lo cual la Biblia cierra el caso con las palabras de Eliseo a su siervo:
“Entonces Eliseo s le dijo: ¿No estuvo allí mi corazón cuando el hombre volvió de su carro a tu encuentro? ¿Es este el tiempo de aceptar dinero o de aceptar ropa, olivares, viñas, ovejas, vacas, siervos y siervas? Por tanto, la lepra de Naáman se te pegará a ti y a tus descendientes, para siempre.
Entonces salió de su presencia leproso, blanco como la nieve. 2 Reyes 5:26,27.

El siervo de Eliseo había caído en el nivel más bajo de la religiosidad queriendo sacar provecho de los Milagros divinos.
Quienes hemos sido llamados por Dios a servirle sabemos que necesitamos enseñar al pueblo la importancia de dar y a la vez mantener el equilibrio sin explotar el hambre espiritual de la gente y menos aún manipular a las almas necesitadas presentando un dios que hace milagros solo en proporción con el dinero que damos.
Y por eso las palabras de Jesús aún resuenan hoy con fuerza: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”. Mateo 10:8.
Decidamos hoy no presentar una imagen incorrecta de Dios quién en su gracia no vende los milagros, sino que extiende su mano compasiva para tocar al afligido.


Adaptado de:
Dr. Serafín Contreras Galeano.
www.serafincontreras.com

viernes, 14 de agosto de 2009

3 Deseos de Alejandro Magno


Cuenta una leyenda, que encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:

1 - Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.

2 - Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...

3 - Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.

Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.

Alejandro le explicó:

1 - Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.

2 - Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.

3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.

"EL TIEMPO" es el tesoro más valioso que tenemos porque ES LIMITADO. Podemos producir más dinero, pero no más tiempo… Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar, nuestro tiempo es nuestra vida. EL MEJOR REGALO que le puedes dar a alguien es tu tiempo…
¿A quien le estas dando tu tiempo? ¿Le dedicas tiempo a Dios?


Por otro lado, al morir, nada material te vas a llevar, y aunque creas que tus buenas obras son tu pasaporte a la vida eterna, la salvación no es por obras, TODOS hemos cometido pecados (ofensas a Dios)

Salmos 14:3 (DHH) “Pero todos se han ido por mal camino; todos por igual se han pervertido. ¡Ya no hay quien haga lo bueno! ¡No hay ni siquiera uno!

Romanos 3:28 (NVI) “Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no por las obras…”

La Biblia y Jesús enseñan que no se puede llegar a Dios solo con las obras sino por la FE en Jesús como salvador.

Efesios 2:8 (DHH) “Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un regalo de Dios.

Juan 14:6 ((BLS) Jesús le respondió:
Yo soy el camino, la verdad y la vida. Sin mí, nadie puede llegar a Dios el Padre.


Pedile a Jesús que te perdone tus pecados, pedile que entre a tu corazón.
¡¡Y dale gracias por la salvación que te regala!!