jueves, 26 de mayo de 2016

El Empujón


Un hombre multimillonario tenía entre sus múltiples pertenencias, una gran colección de autos de lujo, miles de hectáreas de campo y ganado y una preciosa hija de 18 años heredera de todas sus riquezas.
Un día el millonario organizó una reunión en su mansión a la cual invitó a toda la alta sociedad del país, y al llegar la media noche, descubrió una piscina de 100 metros llena de cocodrilos y caimanes de las amazonas.
El millonario reunió a todos sus invitados en uno de los extremos de la piscina y les dijo:
-Creo que el mundo está perdido, ya no hay hombres valientes en este mundo, por eso si hay un valiente en esta fiesta, lo reto a cruzar esta piscina.
Al que lo haga le daré a escoger entre mi colección de autos de lujo, la mitad de mis tierras y ganado, o la mano de mi única hija y heredera.
No había terminado de hablar el millonario cuando un joven se lanzó a la piscina, la cruzó desesperadamente y salió por la otra orilla, el viejo millonario emocionado le dijo:
-Nunca creí ver alguien tan valiente antes de morir, dime muchacho, ¿Quieres la mitad de mis tierras?
-No, contestó rápidamente el joven.
-Entiendo, lo que quieres es la mitad de mi campo y ganado.
-Tampoco, replicó el joven.
-Ah, ya sé, no solo eres valiente sino que también eres inteligente, lo que quieres es casarte con mi hija, ser mi yerno y heredar todo lo que tengo.
-No, no quiero nada de eso, grito el muchacho.
-Y entonces, ¿Qué quieres? Preguntó confundido el millonario.
- Lo que quiero es saber ¡¿Quién fue el sinverguenza que me empujó a la piscina?!

Seguramente, no realizaríamos muchas cosas en nuestra vida sino fuera porque nos sentimos empujados a hacerlo, no siempre hacemos las cosas por decisión propia.

Muchas veces, Dios, la vida, situaciones, circunstancias o personas nos empujan para hacer cosas que tal vez al principio no queríamos pero luego nos sorprende lo bueno que fue hacerlo.

Poder empujar (o mejor dicho motivar, incentivar, animar, etc.) a otros, a que se acerquen a Jesús, a que emprendan, que estudien, cambien, mejoren, o avancen en la vida, va ser algo que te va a causar gran satisfacción y seguro te traerá recompensa.

Aunque al principio puede que alguien solo piense en que fuiste malvado (autoritario, hartante o cansador) por lanzarlo a la pileta, luego con el tiempo te va a agradecer, porque si no nunca hubiera logrado lo que hizo.

1 Tesalonicenses 5:14 – BLS
También les recomendamos, hermanos, que reprendan a los que no quieren hacer nada. Animen a los que son tímidos, apoyen a los que todavía dudan del Señor, y tengan paciencia con todos.

Todos a veces necesitamos un empujoncito...

Para pensar....

Diego Amado

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